lunes, 22 de febrero de 2010

Un Héroe vela por tu seguridad

La luna menguante ya asomaba entre edificios. Las ocho. Mi trampa estaba perfectamente dispuesta. Escondido en una bolsa de basura entre unos cubos, cámara en mano, me disponía a cazar in fraganti al enigmático justiciero del que tanto se rumoreaba últimamente.
El escenario preparado era un callejón oscuro, entre un colegio y unas casas antiguas que pronto serían derruidas. Yo mismo había dispuesto a los malhechores que perpetrarían mi emboscada. Tres estudiantes de arte dramático a los que había pagado para que simularan y atracar a la primera señora que pasara por allí, convenciéndoles que mi verdadero propósito no era otro que el de hacer un corto con ellos como protagonistas.
Habría contratado también a una actriz para que interpretara a la señora en apuros, pero mi bolsillo no daba más de si, y, dispuestos los delincuentes, no vi necesarios más cómplices para obtener mi noticia.
Los muchachos aceptaron con mucho entusiasmo, aunque se notaba su falta de profesionalidad. Habían venido con algunas calcomanías pegadas a la piel para simular tatuajes.
Por suerte para mi trasero en mi incomoda esquina, el cebo no tardó en aparecer. Una señora que debía rondar la cincuentena caminaba cabizbaja e insegura por el callejón. Se percató tarde de la presencia de mis muchachos, y ya no pudo dar marcha atrás. Estos se levantaron y la rodearon.
- Dijculpe zeñora, ¿Podría robajle zu bolzo? – me llevé la mano a la frente al oír tan exagerado acento y pésima actuación por parte del actor novel.
Otro de los actores fue más avispado y agarró el bolso, tirando ligeramente de él. La señora palideció y emitió un quejido lastimero, con las manos temblando de los nervios.
Entonces algo pastoso derribó al muchacho que agarraba el bolso, haciendo que lo soltara.
Todos estaban pasmados preguntándose de donde había salido el proyectil cuando una voz imperativa se oyó desde el tejado del edificio tras de mi: “Alejaos de la dama, ¡Malajes!”. No tenía manera de girarme hacía arriba, así que continué filmando a la señora y los supuestos ladrones.
Más proyectiles de textura fangosa cayeron sobre los chicos, que quedaron pegados al suelo en una masa que parecía la que se usa para fabricar bollería y panes. Incluso el callejón empezaba a oler a harina. La señora permanecía en pie, con los ojos cerrados, agarrando su bolso, asustada.
Al abrir los ojos y ver lo que le rodeaba, la impresión debió hacer que se desmayara, pues a punto estaba de caer al suelo cuando una figura cayó con fuerza justo ante mi y corrió a socorrerla, atrapándola al vuelo con gran celeridad.
¡Era él! ¡Tal y como esperaba había caído en mi trampa! ¡El héroe que se rumoreaba paseaba por las noches tomándose la justicia por su mano y salvando inocentes en apuros!
Lo vi de espaldas: portaba capa y botas blancas, y su figura era de lo más peculiar: su torso y hombros eran fornidos y anchos, pero sus brazos se tornaban finos hasta llegar a unas manos minúsculas. Su gesto era encorvado, y ciertamente hacía honor al seudónimo superheroico que se había adjudicado: ¡Crusanman!
Al recoger a la señora se giró hacía mi y pude ver su máscara, que, para ahuyentar toda duda que pudiera quedarme, tenía dos cuernos haciendo la forma de un cruasán.
- No temáis, señorita, esos villanos no volverán a molestaros. – dijo con voz fuerte y gentil el esperpéntico personaje.
- ¡Mi salvador! – respondió la mujer entre suspiros recuperando la consciencia.
Grabé toda la escena. El superhéroe sonrió orgulloso mientras sostenía a la mujer, y esta le miró a los ojos con esa cara ensimismada de quien vive de sopetón un amor a primera vista.
Pero de repente la señora se incorporó y su expresión cambió radicalmente…
- ¿Marcos? – preguntó esta con firmeza - ¿Se puede saber que estas haciendo?
- Ca… Cariño… yo… - respondió el hombretón ahora con voz titubeante.
¡Increíble! ¡Crusanman acababa de salvar a su pareja ante mis propios ojos! ¡No solo iba a confirmar su existencia, si no que además podría desvelar su verdadera identidad! ¡Menuda exclusiva!
- ¡Marcos! – prosiguió la señora - ¿Qué demonios haces a estas horas en la calle en lugar de trabajando? ¿Cómo piensas alimentar a tu familia? ¿Con esa porquería que has lanzado hace un momento? ¿Y que haces con esa pinta? ¿No ves lo ridículo que estás con esas mallas?
- Pero amorcito, soy Crusanman, soy un héroe… Lucho contra el crimen…
- ¿¿Un poder?? Él único poder que tienes tú es el de gandulear a espaldas de tu mujer. “Luchar contra el crimen”… ¿A tu edad? Solo faltaba que encima te hicieras daño y acabaras en el hospital. Y anda que, si te viera algún vecino… a ver como iba a explicar yo el que salgas por la noche en mallas a “luchar contra el crimen”…
- Pero… amor… hace un momento tu misma me llamaste tu salvador…
- ¡Eso! Encima te dedicas a coquetear con las muchachas que te encuentras, ¿No? ¡Menudo perla estás hecho! ¡Ya me decía mi hermana que no era bueno que a tu edad continuaras leyendo esos tebeos de críos! ¡Tira para casa que te espera una buena! ¡Y es cruasán, no crusán! ¡Con A!
Y la peculiar pareja marchó del callejón dejándome a solas con mi exclusiva y los pobres muchachos atrapados en el suelo que habían guardado silencio pensando que eran protagonistas de un drama.
Me levanté triunfante sobre el montón de basura, alzando la cámara por encima de mis hombros. ¡La exclusiva de mi vida! ¡Un mito demostrado y desenmascarado en un mismo video!
Pero demasiado fue mi júbilo… pues, sin darme cuenta, tropecé con la pasta que adhería a uno de los muchachos al suelo, enganchándome yo también e intentando mantener el equilibrio, cosa que hizo que la cámara se desprendiera de mi mano, dando de lleno en el suelo, rompiéndose a pedazos.
-¿Qué tal he estado, director? – me preguntó el muy estúpido.

1 comentario:

  1. Queremos más capítulos de Crusanman!!!!
    Buen giro en mitad del cuento!
    En la misma cursanhora en el mismo crusancanal?

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